martes, 8 de mayo de 2012

Los niños nunca deberían ir a la cama, cuando despiertan son un día más mayores.

Carta de una Doncella


Para ti estimado Príncipe

Quizás te sorprenda que te escriba esta carta, pero tenía que expresar de alguna manera todos aquellos sentimientos que en ocasiones siento que me carcomen en lo más profundo de mi ser.

Y es a ti, mi muy arrogante Príncipe, a quien en esta hora me dirijo y le dedico todas y cada una de las siguientes palabras que muy seguramente ya has de conocer al pie de la letra.

Palabras que describen una historia de aventuras y desamor, pero que al fin de cuentas, me llevaron a aprender una gran lección…

Pero, ¿cómo lidiar con la persona que te rompió el corazón?

Esa, mi estimado Príncipe, es la pregunta del millón, la que me hago día con día, es aquello a lo que me tengo que afrentar, desde que esto comenzó a ir más allá, es lo mismo que tengo que soportar, desde que decidí dejar de hacer las cosas mal.

Eso, es lo que me paso por dejarme llevar, y en ese embrollo, la vida entregar a alguien que verdaderamente, no me supo valorar.

¿Por qué?, ciertamente no lo sé, solamente me queda el recuerdo de cómo me amabas en lo secreto.

Pero eso no es lo que más me duele. Lo que en realidad me sigue lastimando es el cómo después de que me decías que me amabas y que yo era la única que te hacia féliz, mas tardaba yo en creer y tragarme todas y cada una de tus palabras, que tu olvidarlas después de mi partida emprender, y a tu Princesa buscabas ver.

Me duele el hecho de que intentaste denigrarme, y me humillaras envileciéndome al poner por pretexto los problemas de tu Princesa, problemas estúpidos que todos sabemos solamente son pruebas y muestras de chantajes en los que me enredaste, y por si fuera poco, después de todo, me dijiste que yo NO era mejor que ella, haciéndome menos y déjame en un nuevo dilema. Pero claro, ¿cómo iba a ser yo mejor?, si no soy la tonta, a la que traes como tu mascota.

Me lastima el hecho de que me amaras en lo secreto, pues ¿cómo alguien como tú se iba a dejar ver delante de su pueblo de la mano de una plebeya como yo? Verdaderamente me imagino la vergüenza que te iba a hacer pasar. Es por eso que te recuperabas al salir del palacio de la mano de tu ADORADA después de todas las promesas y falsas esperanzas.

Me duele que entraras en mi vida, de una manera inesperada, cuando ya me sentía casi recuperada, una depresión grande que me acechaba.

Me duele que hayas ganado mi confianza, y que te enteraras de aquel gran secreto, porque a ti estuve a punto de entregarte todo, al sentirme amada, protegida y  tontamente comprendida.

Me duelen mucho las ilusiones, los sueños  y cada lágrima derramada, porque ciertamente en esta hora comprendo, que tú no vales lo suficiente para toda aquella faramalla.

Me duele que solamente te preocuparas por el presente, mientras yo me imaginaba un futuro perfecto, tú solamente querías un momento, y yo me enamoraba de todos tus defectos.

Me duele que me hayas enredado tanto, como para dejar que me lastimaras, y que aun así, sigas como que si no hubiera pasado nada.

Me duele no poder descifrar tus verdades ni tus mentiras, y que seas tan seguro en todo lo que digas.

Me duele que me abraces, como aferrándome a ti, como anhelándome que te necesite, porque no sabes todo lo que eso despierta dentro de mí, o tal vez si lo sabes, y por eso mismo lo repites.

Me duele recordar esto de vez en cuando, y sentir la nostalgia de lo que fue y no fue, de lo que sentí y soñé, de lo que me imagine y de cuanto te amé.

Hiciste lo que jamás nadie había hecho, romper mi corazón en muchos pedacitos, y seguir como todo un hombrecito.

Y a pesar de todo no te deseo el mal, pero quiero recordarte que el mundo no para de girar, y en una de esas vueltas, quizás tu atención sea desviada, termines enamorándote de alguien como tú, y hasta entonces comprenderás el verdadero valor y significado de esta carta.

Qué si te importa o no, la verdad ya no me agobia, yo sigo con mi vida, y tú en los brazos de tu ingenua novia.

Gracias doy a Dios por esta experiencia, por hacerme ver las cosas, quizás a la mala, pero así se aprenden cuando no queremos hacer caso de la manera adecuada.

Sin más que decir me despido, pidiendo al cielo no reincidir en lo mismo, y deseándote todas las bendiciones, porque ciertamente estarás dentro de mis oraciones.
Con cariño….
LA DONCELLA


By: Hope